porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

17.4.16

Lo de siempre

Me saco el maquillaje y con él, la esperanza de que esta noche me iba a cambiar la vida. Síndrome viernes le digo yo. Como si en un par de horas, tragos y canciones bizarras, el destino fuera a virar. Una falta de respeto para los que se pasan años escribiendo buenas historias o planeando futuros impresionantes. Sepan disculpar. Igual, la realidad me caga a trompadas y me enseña la lección: jamás va a cambiar la vida en una noche. De hecho, la vida no cambia nunca. Cambia uno, siempre.