porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

15.11.15

Al lado del camino

Hoy estoy en esos días en los que quisiera salir de mi cuerpo por un rato porque no me soporto. Creo que no se puede vivir en un mundo de contradicciones, sin embargo estoy hace más de 20 años acá adentro. Me muevo como si todo me chupara un huevo y lo que pasa después de esas acciones tan "no me cabe una" termina haciéndome como el orto. Hago y deshago como si nada, con la frente alta y sobradora, porque soy moderna y nada me afecta, porque estamos en el siglo 21 y si tengo ganas de algo, voy y lo hago bien "no me importa nada". Ja. Show. Lindo, simpático, atractivo, pero SHOW. Mentira. Al otro día estoy llorando en los rincones, mientras que todos esos a los que involucré en mis embaladas están bien tranquilos. Porque no solo no soy "no me importa nada", sino que soy "me importa todo, y mucho".

Entonces no salí de mi cuerpo, pero sí de mi casa.

Umbral. Una palabra que se usa poco, aunque creo que no hay otra forma de llamar a ese escalón que tienen algunas puertas de entrada. A veces, cuando la digo, pienso que no me entienden bien. Yo la empecé a usar para tardes como las de hoy. Tardes que la mejor manera de aprovechar es sentándose a mirar. Nada puntual. Todo.

Gente apurada, gente que tal vez no sabe dónde ir, pero su paso no deja de ser firme y apresurado. Como si quedara mal no tener un destino. Como si fuera ilegal "salir a caminar" sin ser un hombre de 65 años con un infarto en su historia clínica al que el médico le recomendó caminar 30 minutos diarios. Y a paso rápido, ojo. No sea cosa que quede como que no se está dirigiendo a algún lugar. Porque nadie espera que ante un "¿a dónde vas?" uno responda "a ningún lado".

Por eso no usan mucho la palabra "umbral". Porque sentarse ahí tiene mucho de parecido con ir a ningún lado. Respirar bien hondo, tocar a un perro que se acercó a olfatear, escuchar las frenadas de colectivos, enceguecerse con el sol. Ver gente. Apurada. Aunque quizás vaya a ningún lugar, donde no pasa nada si llegás tarde.

Hoy me senté en un umbral y a diferencia de mucha gente que lo hace, no estaba esperando nada. Y así, sin darme cuenta, un poco me fui de mí. Lo peor fue cuando tuve que volver. Lo único que se me ocurrió fue escribir porque también un poquito me escapo en palabras.