Nunca lo soñé todas las noches, creo que ni siquiera una. Hubo canciones que me hicieron sentirlo, sí, pero después de bastante esfuerzo en que las letras y la melodía encajaran con nuestra (no) historia. Ninguno de nuestros encuentros tuvo música de fondo, y ni siquiera la ameritaban. Una vez, yo acostada en el sillón con las piernas cruzadas en el apoyabrazos (con una media muy corta naranja flúo y la otra gris y un poco más larga) y él desde una silla comiendo pollo frío con la mano desde un tupper, nos encontró hablando de cómo garchaban los cien pies, y la conversación se cerró con mi genial remate de "no se ponen en cuatro, se ponen en cien". Hoy en día me sorprende haberla pasado tan bien siendo tan yo: siempre a la espera de la escena de cuentos, del clima perfecto, de los besos dulces y las conversaciones profundas. Pero ahí estaba, en la realidad, y creo que quizás lo que lo hacía mágico era que no tuviera nada de magia y aún así lograra hacerme sentir tan bien.
Qué perfecta la última frase.. Me encanta como escribís!
ResponderBorrarEn serio flaca, estoy super deprmida y soy tan masoquista q me pongo a leer esto. Llego a llorar. Tenes la RE MIL posta! Admirable
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