porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

24.9.10

Primavera dosmildiez

Las flores bailan, las plantas se mueven al rítmo del viento. El viento que está, que se hace notar, que es el factor más determinante en que formulemos la idea de que ésto no es el cien porciento si no el setenta y cinco, pero un setenta y cinco que ya, con el tiempo, se convierte en una integridad, en un cien. Que genera que días previos uno esté contando cuánto falta para ese día lindo por donde se lo mire.

Un día para distenderse. Para relajarse y ponerse las pilas; para taparse los oídos y escuchar el ruido que generan los pies sobre el pasto, y también para acumular gritos, murmullos, risas, canciones, guitarreadas y bandas locas en algún parque de por ahí. Un día, también, para olvidarse de todo y no pensar en nada, y a la vez para tomar conciencia de lo llenos que nos estamos sintiendo, para recargarnos de eso, para llenarnos con eso, para nutrirnos.

Soy una plantita que el invierno y el otoño debilitan, y que la primavera genera que renazca. Soy una plantita más, sí, de esas que viven en la mejor estación, que aguantan en el verano, y que después vuelven a caer. Igual, no soy silvestre. Necesito que me rieguen. Así que risas, amigos, familia, canciones, querida vida: pido que me rieguen. De a ratitos, varias veces por día, mucho cada tanto, pero no se olviden.

Por lo pronto, ahora, tengo ganas de salir a dar una vuelta y sentir todo eso primaveral de lo que alguna vez hablé. Tengo ganas de sentirme como esa primavera del 2008. De mentirme y engañarme con lo que veo, huelo, siento. De exagerarlo al mil, de alucinar calor, olor a jazmines; de imaginar algo que recién está empezando y me alegra pensar que falta muy poquito para que ya no haga falta imaginar y eso que tanto anhelo y tanto me completa se transforme en una total realidad.

11.9.10

El regalo a los reyes

Otra vez una misma secuencia de errores. Esa secuencia que es un error de por sí y envuelve a una seguidilla de otros. En realidad, para hacerlo más complicado, sería: un gran error, que envuelve diferentes situaciones (otros errores) en las que, ahora sí, se da una secuencia de pequeños errores que me destruyen. Perdón por la repetición de esa palabra. No la puedo dejar de decir y no debe ser por que sí, y voy a dejar mi no válida redundancia, porque funcionaría algo así como acto fallido.

Voy a contar, sutilmente, en qué consiste. Primero, anticipos, leña al fuego (pero de la buena) que encienden mis emociones. Por una vez me siento prendida, esa es la palabra. En movimiento de pies a cabeza aunque esté quieta. Con expectativas en algo. Pensando que ésta vez no tiene por qué ser como la anterior. Aunque, después confirmo, que sí tiene por qué. Después planeo. Eso que ya conté miles de veces. Analizo las distintas posibilidades de ese futuro suceso, y actúo en mi cabeza. ¿Qué postura voy a tomar esta vez? De todas formas, no me culpo. Está bien que planee. Tengo que justificarme a mí misma eso de estar prestándome a lo mismo otra vez. Tengo que mentirme y le que ésta vez no me estoy entregando a lo mismo de vuelta. Entonces me hago la, actúo, simulo. Primero en mi cabeza y después se verá (seguramente termine improvisando).

Esos dos primeros pasos los tengo muy claros, creo que lo que sigue no tanto. Puedo resumirlo. Llega el momento de implementar todo eso pensado y de que esas emociones se potencien, supuestamente. Como dije, termino improvisando, o dejando en evidencia que sí me estoy prestando a lo mismo. Pero muchos factores externos me llevan a pensar que ésta vez va a ser diferente, a creer que puedo cambiar a la gente y que soy especial. Así que actúo, mal, muy mal, y después me doy cuenta de que es lo mismo de siempre. Pero ya estoy metida hasta el fondo. Ahí improviso más que nunca. A veces se me da por hacerme valer un poquito, otras me digo "estoy jugada", y otras muchas, para justificar mi mala acción, "estoy haciendo lo que quiero". Lástima que no es así como lo quiero. Para nada.

Lo que sigue es básico, perdón. Llego a mi casa y no lloro porque no vale las lágrimas y sinceramente no me surge. Pero me digo que nunca más, que fue la última vez, y muchas mentiras más. Después pienso en ese primer momento de expectativas y sentimientos hermosos, y me doy cuenta que por lo menos por ahora, lo mejor que tengo es eso, lo previo, "las cosquillitas en la panza", esos sueños de lo que va a pasar en un rato. Siempre los sueños opacan la realidad. Dejá de soñar, Nati.

Sí, el punto es que una semana después estoy haciendo lo mismo. Exactamente lo mismo. Y así la siguiente. Hasta que un día de un vuelque, como en aquella otra secuencia de situaciones hace un año, y cierre ese capítulo para siempre. ¿Y saben qué es lo que pasa después? Un tiempito de otro tipo de sequía (de expectativas, por ejemplo) y agarro a algún otro gil de por ahí. Así funciono lamentablemente.

1.9.10

Extrañar lo efímero

Nunca había entendido bien lo que significaba la palabra efímero hasta hace un rato. Hasta que asumí que todo lo pasado y terminado es efímero. O esa sensación nos deja. Pasó, sabemos que pasó, que estuvo, que nos dejó algo escrito a nosotros y al mundo, inclusive somos concientes de haber llorado su final, por ende podemos afirmar que estuvo. ¿Pero nos acordamos de la sensación que sentíamos cuando lo teníamos en nuestras manos? ¿Recordamos el sentimiento de haberlo poseído alguna vez? ¿Nos imaginamos que eso, en algún otro momento, fue posible?

Tal vez es porque nos acostumbramos demasiado a su ausencia, al punto de que ya nos parece imposible que en algún momento hayamos contado con eso. Creo yo que es una herramienta desconocida pero presente, que nos hace creer que nunca tuvimos eso, porque si supiéramos que contamos con eso en un pasado y ya no lo hacemos más, sabríamos que la felicidad de ahora es vacía, incompleta, que le falta un pedacito (o varios, porque vamos perdiendo cosas en el camino sin parar).

Hoy pensé en Brandy, en su ojo celeste, en su pelaje negro, gris y blanco, en su vejez y también cuando era más chica, en su ojo marrón, en su nariz mojada, en mis charlas con ella, en cómo me gustaba cuando apoyaba su trompa en mi mano. Pensé en todo eso y la extrañé mucho, pero me costó darme cuenta de que alguna vez acá la tuve, en esta misma casa. Me olvidé lo que era tener a Brandy. Me olvidé lo que era hacerle una caricia, me olvidé lo que era que aparezca de la nada en mi cuarto, me olvidé lo que era llegar y saludarla, me olvidé. No me permito olvidarme y sin embargo eso está pasando.

La quiero, la tengo conmigo, prometí que te fuiste pero no fuiste, y sin embargo acá estoy. Haciendo un esfuerzo sobrehumano para poder sentir otra vez su suavecito pelaje entre mis manos. Tratando de utilizar herramientas que no sé si tengo o si existen. Sé que hay un lugar, efímero, para variar, en donde puedo sentirla de vuelta, recordarla, abrazarla, jugar a los detectives. Esta noche voy a hacer mucha fuerza para soñar con ella. No se merece mi olvido en lo más mínimo.