porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

26.2.10

Como toda señorita, bien histeriquita

Se presenta. Hola. Me busca. Me importa poco. Pasa el tiempo, estoy aburrida. Se hace casi mutuo. Lo veo. No me gusta, estoy aburrida, me gusta. Vuelvo a casa contenta. Me gustó. Pero del otro lado, cero. Me encantó. Pasan los días, me gusta. Vuelvo a verlo y me encanta. Se niega y me gusta mil veces más, y sí, no lo conozco nada pero casi diría que verlo sonreir de esa manera tan particular me revuelve las neuronas de una manera difícil de explicar.

No, querido, no tiene nada que ver con vos, no te sientas tan bien. No sos tan especial. Simplemente soy yo, que cualquiera que aparece como "más complicado que cualquier hombre que está dispuesto a estar con cualquier especímen del sexo femenino más allá de su estado civil" puede volverme loca de un segundo a otro.

Tal vez soy yo, tal vez somos todas un poco así y yo todavía lo soy más, o tal vez todas somos tan histéricas como yo, sólo que soy de las pocas que lo acepta y se hace cargo. Es mi maldita cruel realidad, que espero que cambie, porque, después de todo el proceso previamente explicado suele pasar la parte en la que las cosas se dan vuelta. De repente me veo buscada, estoy feliz, pero me aburro. Así como me aburro de ese primer estado neutro, también me aburro del otro. Y se convierte en uno más en la lista de "pesados". No quiero ser mala, no lo hago de mala. Porque, convengamos, la que peor la pasa acá soy yo, señorita nunca conforme.
http://www.formspring.me/fueundesliz (tal vez pueda hacer con sus preguntas lo que no me sale hacer con las mías)

19.2.10

Llueve sobre mojado

Llueve.

El cielo vomita, escupe. Se enoja. Grita. Tiembla. Se oscurece y vuelve a alcararse. Se cae. Juro que se está cayendo. Pero no me golpea la cabeza. No nos golpea. Seguimos todos "de pie". Entre comillas. Es como un hormiguero al que alguien pisa, un panal de abejas que es golpeado. Desorganización plena. Semáforos no andan. Falta electricidad en varios barrios. Las calles se inundan. El agua, esa misma que te hace feliz cuando estás al sol y te tirás bomba en una pileta, o la misma que te devuelve la vitalidad después de trotar un poco; esa misma agua está corriendo (con cierta lentitud, por cierto) por las calles, las casas, las tuberías.

Me gustaría saber mucho y entender si es culpa de alguien. Me encantaría saber a quién echarle la culpa y hacer una entrada gigante culpando y justificando, de una manera correcta y con un vocabulario admirable. Sin embargo, no puedo hacer más que ésto. Pero, de lo que estoy segura y nadie puede negarme: ésto no debería pasar. Sí, tendría que ponerme a hablar de otros temas mucho más graves, pero eso los dejo para mi cabeza. Los pienso, los sufro, me asfixian. Debería exteriorizarlos. Vomitarlos. Escupirlos. Enojarme, gritar, y temblar por ellos. Hacer como el cielo hace con nosotros. Sí, la lluvia me hace replantearme un par de cosas.

Los noticieros me aburren. Exageran. Papá dice que no, pero estoy segura que sí. Les gusta hacer todo más grande, más dramático. Titulares que gritan que la gente no salga de las casas, viven repitiendo las muertes que hubo en casos como éste. "El agua no baja", pero la gente sigue muriendo en muchísima mayor cantidad por otras cosas, lo que pasa es que es cotidiano y no vende, vieron.

Odio los noticieros. y la lluvia. Aunque amo pensar y la lluvia me lleva a ése estado en un segundo. Hablando de entradas poco concisas, esta gana. Pero así está mi día hoy, me desperté pensando que iba a hacer una cosa y éste clima repentino me revolvió todo. No pasa nada. "Se recomienda no salir de sus casas". Quiero ir a bailar. Para algo fui a natación, me pego un super-crol ("alerta por granizo") o voy nadando parada que es lo que mejor me sale, apago la tele, la compu y me voy. Eso si fuera una chica independiente, claro. Adiós.

Llueve.

11.2.10

Sintetizando y buscando pehuajó

No caigas en el abrumador aburrimiento de desmerecerte todo el tiempo", me firmaron en una entrada hace un par de días. Leerlo me llevó a releer un poco mi blog y a darme cuenta de que en realidad no soy un fiel reflejo de lo que se puede ver acá. Cualquiera pensaría que estoy las 24 horas angustiada, que soy emo resentida, que padezco cada segundo de mi vida y que vivo un gris constante. ¡Es tan diferente! No creo en los extremos (aunque me encanta vivirlos o creer que los vivo) por eso no creo en la satisfacción total en cuanto a la vida propia. Sin embargo, si tuviera que calificar mi vida y no existieran los intermedios, soy feliz. Y mirando mi vida a lo lejos, como si pudiera subirme a un globo como el de Manuelita y observarme, diría que tengo mucha suerte de tener la vida que tengo. Que soy feliz y sé disfrutarla.

El problema es vivirlo dentro del cuerpo, el problema es ser persona. Nuestra propia especie nos lleva a encontrar siempre un problema que nos ocupe la cabeza. Y, en conclusión, nos lleva a nunca sentirnos totalmente felices.

Lo bueno, también, es que generalmente uno cuando empieza a crecer, mira atrás y ve felicidad plena. Recuerdo mis cuatro años como momentos dorados, y seguramente lloré cuando me sacaron la Barbie porque me tenía que ir a bañar. Mis doce años fueron fantásticos, y estoy segura que me pelee tanto con Luciana que me sentí la persona más infeliz de la tierra cuando mamá y papá me retaron a mí. Cuando tenga veinte (o tal vez el año que viene) seguramente recuerde mis quince como los mejores tiempos. Y a los cuarenta seguramente me pase lo mismo con los veinte, y también con los quince. Siempre con los quince.

Soy conciente que vivo una etapa corta y que jamás se repite, soy conciente que tengo todo para ser totalmente feliz. Y, cuando me subo mentalmente al globo de Manuelita, lo veo. Pero todo el tiempo estoy acá abajo y no me siento tan bien, tan llena. Solo en pequeños momentos claves en los que me acerco de a poquito a Pehuajó (esos de los que mamá dice que hay que alimentarse, esa risa con Luci o ese rato de charla con Cami).

Quiero ser conciente de lo bien que estoy. Quiero que no haga falta estar cerca de Pehuajó, quiero poder estar como ahora, acostada en mi cama, y darme cuenta de que soy la pendeja de quince más feliz. Porque eso siento cuando viajo con Manuelita.

A lo que iba, que como siempre me fui por las ramas, es que no escribo en mi blog cuando estoy bien. Que me surge entrar y escribir cuando tengo una bronca enceguecedora o una tristeza que no me deja pensar. Escupo palabras y formo oraciones en estados en los que no soy nada objetiva. Nunca soy objetiva, en realidad.

Después releo y me desconozco. Lo mismo me pasa cuando leo algo que escribí estando eufórica. No soy de escribir cuando estoy bien, sin embargo hay una etiqueta que es "donde el sol del mediodía no quema". De vez en cuando lo leo, me cuesta creer que fui yo quien lo escribió.

Eso pasa. Este blog está lleno de extremos. Cada entrada es un extremo, algunos repetidos. A veces la ira, a veces el llanto, a veces la felicidad, a veces la desilusión. Pero nada en su término medio.

Sí, hace un rato dije que no creo en extremos y estoy hablando de ellos a más no poder. Éste blog también se caracteriza por las eternas contradicciones. No puedo evitarlo, y a decir verdad, las disfruto un poco.

No sé, esta entrada es un poco rara, no es concisa. Mi blog no es conciso. Eso le agregué a la foto de título hace muy poquito, y ya me está aburriendo, pero es así. Adoro leer blogs y que tengan un hilo conductor, ya sea porque cuentan hechos cronológicamente o porque cada entrada tiene un poquito que ver con la anterior.

No es el caso. Y aunque sé que no soy especial en ningún aspecto, me gusta sentirme, me gusta mentirme un poco. ¿Otra pendeja que se miente para sentirse bien? Es muy probable. No, no es probable. Se los afirmo.

8.2.10

1 paso

La verdad, no paré de pensar. Le conté la situación a una y mil personas para que todos me digan lo que yo ya sabía que tenía que hacer pero me costaba implementar: relajate. No lo hice, y además pensé hasta que me empezó a doler la cabeza, las neuronas, la mente. Pero la decisión seguía siempre ahí, constante. Como ya bien dije, éste año me propuse hacer todo lo que tenga ganas, que ninguna pelotudez de mi cabeza me frente. Y aquí estoy, ahí estuve, allí hice.

Traté de dispersar mi mente cuando se detenía a analizar lo que iba a venir. Tuve miedo de arrepentirme, de quedarme sentada una vez más. Prendí la tele, puse música bien alto, charlé con amigos. Me mantuve ocupada. Sin embargo, antes de dormirme, en viajes en bondi, mientras caminaba por el pasillo, mi cabeza volvía a dicho tema. No puedo controlarlo, pero creo que el intento lo hice y, de alguna manera, nada salió mal. Fui, lo hice, volví, y estoy contenta. Me siento realizada, llena. Siento que hice lo que quise, que no me dejé vencer por las pelotudeces que generalmente me superan, que aunque pensé mucho en el tema seguí con la decisión firme. Sí, hoy estoy contenta, conforme, feliz.

Si analizan mi blog, pueden ver que a la izquierda abajo hay una lista de conceptos poco claros. No sé bien por qué es ahí donde los pongo, porque es algo muy propio y que sólo yo, que viví dichos momentos, lo comprendo. Pero les resumo: son las pequeñas cositas que éste 2010 me animé a hacer por más que tuve miedo, verguenza, nervios, o que alguna cosa de poca importancia quería frenar que yo haga. Son las cosas que hice porque me morí de ganas, son las veces que vencí a mi cabeza que, una vez más, se puso a analizar cosas casi inanalizables.

Como dije, hoy soy un más. Un más de cabellera rubia, un más poco firme, un más que mañana puede ser un menos. Pero, como bien dije muchas veces, trato de pensar en el hoy. El mañana importa poco, el mañana es una invención, hoy no es nada.

4.2.10

¿Otra rubia tarada?

Espero que por lo menos ésto sirva para desmentir eso de que las rubias no piensan. Ok, no soy 100% rubia ni tampoco voy a negar que alguna vez me puse manzanilla. Pero si alguna vez alguien llega a hacer alusión a que no pienso, voy a cagarlo a puteadas un poco, y tal vez todavía siga teniendo bronca.

Ojalá fuera verdad y no pensara tanto. No puedo parar de analizar una y mil veces lo que voy a vivir en un rato, mañana, el mes que viene. Sobretodo cuando hay un suceso que me tiene inquieta, imagino miles de situaciones que pueden darse y planeo qué voy a hacer frente a cada una de ellas. Eso es lo que hago, planear todo el tiempo. Y cuando por fin llega el momento, cuando estoy al segundo de dar ese paso (que ni siquiera es tan importante), generalmente retrocedo. No me entusiasmó tanto todo lo que imaginé, mis planes no fueron lo suficientemente buenos, los resultados a los que llegué no terminaron de satisfacerme.

Entonces ya dejo de vivir. Las cosas se limitan a pasar en mi cabeza, mientras que en la vida real estoy sentada en una silla pensando. Sí, dicen que está bueno soñar, que "no hay nada más real que lo que uno se imagina". Pero tal vez me gustaría dejar de pensar un poco y empezar a vivir más. Aunque no sea tan real como lo que me imagino.

Hoy hice. Por más que antes de dar ese pasito pensé mucho, podría haber pensado más y no lo hice porque ya sé lo que pasa cuando lo hago. La verdad que no salió todo perfecto, de hecho me fastidia cómo se dio todo, pero cuando pienso en éste mínimo avance que tuve, me alegro. Aunque todavía no me sale natural, supongo que será cuestión de costumbre.

Definitivamente me gustaría que todos tuvieran razón y ser una rubia hueca más.

1.2.10

¿Qué es lo tuyo?

Me costó mucho que papá y mamá entendieran que de verdad necesito un kinesiólogo o traumatólogo (nadie sabe bien cuál, pero la cuestión es que me duele mucho la parte de la espalda de arriba y el cuello). Me puse tan de mal humor al explicarles que me dolía mucho y que por favor hicieran algo, que empecé a llorar. No entendí por qué, pero no podía parar. Mientras dejaba la mesa mojada y hacía dibujos abstractísimos, pensaba que tal vez era porque hacía mucho no lloraba y ahora que había empezado, tenía que seguir hasta deshidratarme. El punto es que papá me preguntó: ¿qué es lo tuyo?

¿Qué es lo mío? me pregunté. Una vida vacía de emociones, sin incentivos, sin aspiraciones al futuro, sin objetivos, sin sueños. Sin sueños. Ayer vi Elsa y Fred, película hermosa. Dos viejitos que se enamoran. Elsa que sueña por más de tener ya muchos años, Elsa que está por morir y sin embargo nunca deja de soñar. Elsa que cumple su sueño. ¿Y yo? ¿Yo que debería ser una joven entusiasta, llena de sueños, de ideales, de dudas, de ganas de hacer una y mil cosas? Yo sólo quiero dormir, comer, mirar tele, conectarme, salir a bailar, y volver a dormir.

En ese instante pasaron miles de ideas por mi cabeza, y hasta me enojé con papá por hacerme esa pregunta. Él sabe de mi casi "trauma" existencial, del qué carajo voy a hacer con mi adolescencia y con mi vida. Entonces, fastidiada, le pregunté: ¿qué es lo mío de qué?
Y me dijo: ¿qué parte de la espalda te duele?

Para lo único que sirvieron esos quince minutos fue para que papá se digne a llamar al doctor y para que yo me bajonee un rato, y para darle una justificación visible a mis seguidas más lágrimas y malas contestaciones, terminé discutiendo con mis señores padres por un tema que no tiene sentido ni que lo nombre.

Chau, estoy en negativo hoy. Ahora por lo menos.